¿ Sola o acompañada por ti?
Avanzar es sencillamente seguir adelante más allá de la búsqueda o la incertidumbre, porque no hay camino correcto ni fácil, solo una sucesión de pasos que me empujan en una dirección, el futuro.
Cuando te arrancan de cuajo la confianza, la espontaneidad se refugia en el hueco del recuerdo. Un recuerdo que escuece. Escuece la herida, la cicatriz y el vacío ; y duele ver a la pobre inocencia refugiarse en el silencio, acobardada e insegura , deseosa de levantar el vuelo a pesar del cepo del pasado.
Los sentimientos verdaderos- qué importa si los inspira la imaginación-, te transportan más allá de tu estado en el que un día estás enamorada y al otro avergonzada o dolida por tanto error.
Como alguien dijo alguna vez, “puedes engañar a los demás; a quien nunca podrás engañar es a ti mismo”.
Por eso la venganza de los ingratos se entretiene acorralando, jugando como en el ajedrez, sacrificando las piezas una a una hasta dejar el tablero protegido solo por los lacayos peones que corren en busca de los límites para vestirse con la falsa apariencia de Reina, Torre o Alfil que nunca llegarán a ser; porque somos lo que creemos. Somos lo que trabajamos. Somos polvo de sueños, y en las alas, como dice Vanessa Martín :
“Aún sigo creyendo en el polvo de las mariposas
No quiero unas alas que vengan ya rotas
El mar siempre supo guardarme el secreto.”
La imaginación viste las alas con polvo; la realidad es que son las escamas las que calientan y esparcen la feromona de la pasión. A mi me permiten volar libre entre mares de sueños, en busca del lenguaje universal, el del amor. Un lenguaje que no se agota por más que repitamos las mismas palabras, porque son esas y no otras las que queremos escuchar. Palabras que nacen de la verdad de tu existencia o de la fantasía, no burdas copias agitadas como las alas para confundir la realidad.
Me cuesta releer, es cierto. Desde la altura contemplo paisajes diferentes, o puede que desde esa distancia no importen ya los detalles. La verdad es que aprendí a volar un día hace mucho tiempo. Unos días agito las alas en busca de calor, y otros me tiro en picado como el alcatraz hasta el fondo de un mar calmo para buscar en sus profundidades el alimento que vive bajo la superficie.
Soy dueña de lanzarme o volar. Soy dueña de mi futuro. Soy dueña de la dirección de mis pasos, aunque a veces, me aparte del camino para esquivar las intenciones de quién aún hoy, olvidan que no es necesario ganar la partida. Ya incliné a mi Rey y alargué la mano; no perdí…Me rendí en paz.