"Internet facilita la información adecuada, en el momento adecuado, para el propósito adecuado."
Bill Gates
Todos hemos escuchado la frase «En la vida hay que hacer tres cosas: escribir un libro, plantar un árbol y tener un hijo».
Todo lo que sembramos, como un árbol, algún día dará un fruto que podremos cosechar. Al escribir un libro dejamos un legado que puede ser beneficioso para generaciones futuras. Al tener un hijo, nos obligamos a cuidar, amar y fomentar en ellos los valores a través de la educación, que como dijo Nelson Mandela, es el arma más poderosa para cambiar el mundo.
Las opciones en este mundo globalizado son inabarcables. Elegir la adecuada, una lotería.
Podría enumerar páginas y páginas que ofrecen sus servicios camuflados bajo atractivos señuelos que esconden el puntiagudo anzuelo.
Sería injusto decir que juegan con la ilusión, seamos realistas, como cualquier empresa necesitan clientes y beneficios. El mundo editorial es un negocio que sufre las consecuencias de este gigante que es internet, y que ha tenido que adaptarse, como la mayoría, para sobrevivir.
Yo intento no olvidar que correr los domingos no me hace corredora, ni tararear una canción fruto de la euforia, cantautora. Me apasiona escribir, anhelo mejorar, sueño con llegar, pero hoy por hoy, solo soy un aprendiz, escribo pero no soy escritora. Sin animo de ofender, respeto el concepto que cada uno tiene de si mismo, pero me gustaría aclarar que una cosa es el autoconcepto, y otra muy distinta la autoestima. En la primera nos referimos a la percepción que tenemos de nosotros mismos, en la segunda al valor que nos damos a nosotros mismos, o sea, al cariño que nos tenemos por ser como somos. Probablemente la descompensación entre ambas es la clave para entenderme.
Crecer, como cuando éramos niños, depende de muchas cosas: tiempo, aprendizaje, trabajo, constancia, perseverancia y un largo etcétera que debe imponerse a la inmediatez con que deseamos llegar y que a veces adormece la capacidad crítica.
Los satélites alrededor de este mundo forman casi una galaxia. Blogs donde aconsejan, decenas de canales de You Tube, páginas y páginas en las que te enseñan cómo ser un escritor de éxito…
Y como con los videntes, me pregunto por qué no han acertado con el número agraciado en el sorteo de la Lotería Nacional, la Quiniela o la ONCE.
Muchos terminan ofreciendo los mismos servicios. En la mayoría el precio varía en función del número de páginas de tu libro, la corrección ortográfica incluida en el precio es mínima; si necesitas una corrección completa habrá que pasar por taquilla de nuevo.
La portada depende de bancos de imágenes que en ningún caso son exclusivas a no ser que contrates una diseñadora gráfica. La difusión en plataformas dependerá de la editorial, y los porcentajes de regalías (beneficios sobre la venta de los ejemplares) se mueve entre un 50% y un 70%, todo tan similar como el sinfín de cantos de sirenas sobre promoción, anuncios o reseñas en blogs o páginas de prestigio, booktrailers, y un largo etcétera de merchandaising inútil.
Lo realmente importante es la valoración objetiva y profesional de tu obra, y sobre ese punto, prefiero no dar mi opinión porque dejaría en muy mal lugar a muchas.
Solo os diré que la lectura de tu obra, en la mayoría de los casos es inexistente, a no ser que abonéis un importe adicional prohibitivo para un bolsillo medio.
Valora las opciones y decide. La oportunidad de materializar tu sueño y dar a conocer tu obra es una oportunidad que debes aprovechar. Sin prisa. Reposa los capítulos. Rectifica. Vuelve a leer. Relee. Tacha. Modifica. Y sobre todo trabaja. Trabaja mucho. Trabaja por tu sueño. «Persigue tus sueños, ellos saben el camino».