"En el pasado, eras lo que tenías. Ahora eres lo que compartes."
Godfried Bogaard
Por desgracia, a diferencia de aquellos tiempos en los que solo tenías que escribir, la competencia y la rapidez con que se mueve el mundo y evoluciona la tecnología, nos obliga a manejar un vocabulario digno de otra galaxia.
Hacernos visibles en las redes sociales: . Twitter, Facebook, Instagram o internet , es un paso obligado desde la estrategia de marketing digital para existir. Esa es la tarea fácil.
Lo realmente complicado es mantener esa presencia. Esa tarea depende de crear un contenido de calidad, escoger el momento de la publicación, re direccionar tus perfiles a través de newsletters, o mailing; un Call to Action, interaccionar con los seguidores, colaborar en cuentas afines, hacer directos, o elegir bien los hashtags ; conectar emocionalmente con la audiencia, y por supuesto cuidar el mensaje.
Lo siento, lo dejo en manos de aquellos que se manejan con soltura y dominan estas herramientas con la misma facilidad que contestan al teléfono. Yo me siento abrumada.
Siento que me obligo a publicar tweets, se dice así¿?, o posts según dicen los expertos , solo para fidelizar a los seguidores, y tener presencia. En mi caso, un desastre.
Lo que tengo que decir, o lo que quiero decir, ya lo hago a través de lo que escribo. Porque mis palabras me definen, con lo que silencio también.
Quiero ser yo. Ya sé que a Don Quijote no le salió bien, pero socializar no es lo mío. Se acepta sin discusión cuando los actores presumen de su timidez a pesar de una profesión que implica su exposición en los medios, ¿ y un pintor o un músico? Prefiero concentrar mis fuerzas ahora que puedo y el tiempo me lo permite en escribir. Me conformo con que fluya la relación entre el lector y las páginas que escribo. Todo tiene un precio…
Es una paradoja que a pesar de mi torpeza para hacerme visible, tenga que agradecer a las redes la posibilidad de mostrar mi trabajo, y que con un simple clic me adentre sin pedir permiso en las casas y los corazones de los que compartimos las ganas de leer y sentir.
A veces le doy vueltas a la cabeza estudiando fórmulas o intentando copiar estrategias de mi escritor favorito, pero cuando miro el cielo llego a la misma conclusión; no hay tanta diferencia entre un cielo estrellado y las ciento de personas que literalmente pasan por mi lado y que nunca conoceré. Un universo de desconocidas luces que podrían ser afines a mí, pero como las estrellas, demasiado lejanas para llegar a ellas. Una pena…
Me gusta pensar que a través de esta ventana, sin saber nada de nuestras vidas, leeremos las mismas páginas, y nos sentiremos un poquito más cerca. Quiero pensar que no somos tan diferentes. De alguna manera iluminamos o nos iluminan. No importa si satélite o planeta. Nos necesitamos para formar una galaxia, un cúmulo, un supercúmulo y un universo. Nos necesitamos a pesar del vacío que nos separa.
Espero y deseo que ese vacío de años luz solo sea otro tecnicismo más, y que las letras con su magia a pesar del tiempo y del espacio nos acerquen a esos escritores del «pasado» a este presente, a nuestro pequeño mundo universal en la red.