La expresión dulce que su rostro baña, De sus ojos la plácida centella, Revelan el amor de un alma bella Que el corazón subyuga y no le engaña. Del cielo descendiendo a mi cabaña Con vaguedad de nube y luz de estrella, Ella mis hondas soledades, ella Mis mudos pensamientos acompaña. Como extendiendo el ala voladora La esperanza, en el ánimo cautiva, Huir parece, aunque el huir demora, Amante cual mujer, cual diosa esquiva, Así diviso a la que el pecho adora; ¡Así! inmóvil a un tiempo y fugitiva.