Ese silencio
Ese silencio, esa paz solo alterada por el chisporrotear de las copas de los árboles agitadas por el viento que provocan que las hojas vuelvan la cara y palidezcan.
El silencio, solo roto por el concierto salido de cientos de gargantas de pequeñas aves en una sinfonía de trinar tan distintas como ellos mismos, y a la vez, tan sincronizados y armoniosos. Las pausas llenan el silencio, y el silencio lo llena todo.
La soledad tan amiga mía y como decía Antonio Gala tan sonora.
Mi respiración sobraba en ese paseo. El sol me acariciaba mientras la brisa refrescaba. El sol y la sombra de los árboles vestidos de verde o marrón iluminaban mi sonrisa.
Todo sobraba en ese momento en paz conmigo misma. Todo hubiera sido suficiente y nada necesario.
El abrazo conmigo mientras arrancaba una ramita de romero e impregnaba mi mano con su olor. Todo se unía en ese baile de sentidos en el que no faltaba ni el gusto.
Estaba saboreando la felicidad del equilibrio.